
La sopa de ajo
“Porque construir de manera vernácula no solo es elvantar muros de tierra compactada en África”
La construcción tradicional siempre se ha visto ligada a materiales naturales, métodos constructivos de otra época o cuestiones superficiales ligadas a la cultura local como ornamentaciones, composiciones cromáticas y decorados clásicos. Sin embargo, la arquitectura vernácula va un paso más allá, no se trata solo levantar muros de tierra compactada en África o cubiertas inclinadas de madera en el norte de Europa, la construcción tradicional no consiste únicamente en replicar procesos antiguos, sino en resolver las cuestiones constructivas utilizando los materiales y procesos que se tengan más a mano en la actualidad. Arquitectura vernácula es utilizar encimeras de Silestone y pavimentos de mármol de Macael en Almería, revestimientos cerámicos en suelos y paredes en Villarreal o levantar la estructura de hormigón armado si todos los constructores de tu zona únicamente tienen los medios técnicos y materiales para este tipo de estructuras.
Independientemente de los sistemas constructivos, existen otras cuestiones un poco más etéreas pero que también definen, sin ninguna duda, en qué consiste trabajar de manera tradicional y que poco tienen que ver con acabados y materiales. Hablamos de soluciones espaciales que resuelven cuestiones climáticas de la zona, volúmenes que se integren de una manera lógica en su entorno inmediato o programas que se adaptan a la perfección a los modos de vida de la gente perteneciente a una comunidad en concreto.
La arquitectura vernácula va más allá de una vivienda castreña circular en Galicia o una casa de techos planos y encalada en blanco en el Mediterráneo. Al igual que nuestros gustos pueden ser cambiantes a lo largo del tiempo, las formas de vida y las sociedades también. Las ciudades del antiguo Egipto poco tienen que ver con las actuales, aunque el clima sea muy parecido y el Nilo siga siendo el eje principal del país. Las formas de vida cambian, los avances tecnológicos se expanden e incluso la manera en la que habitamos la vivienda se ve obligada a adaptarse al ritmo de vida moderno.
Muchas de las obras vernáculas españolas podrían llegar a cambiar el famoso eslogan “menos es más” de Mies van der Rohe por el de “hacer más con menos” que tanto consiguieron interiorizar nuestros abuelos en la época de la posguerra con la cocina de aprovechamiento tan habitual de mediados del siglo XX y donde nacieron absolutas maravillas como el salmorejo o la sopa de ajo.
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