Piscina con casa

“La casa gira entorno al agua, se construye con ella, por debajo, por encima, al lado, contra ella.”

En España, tener piscina es casi un símbolo patrio. Muchas veces ni siquiera importa que vivas a 300 metros del mar o que oigas las olas desde la cama: si te lo puedes permitir, querrás una piscina. Porque más que una necesidad, muchas veces, la piscina parece ser una aspiración. Una marca de clase, una postal de éxito, un hito doméstico.

Pero al mismo tiempo, en muchos lugares del país, la piscina, lejos de ser un capricho, puede convertirse en algo casi imprescindible. En pueblos del interior, donde los termómetros alcanzan cifras inhumanas en julio y agosto, el agua es más que un lujo, es un refugio. En sitios como Orcera (Jaén), la piscina pública no es solo una infraestructura deportiva: es el centro de la vida social, el único lugar donde se aguanta el verano, donde se charla, se liga, se juega y se sobrevive. Una especie de plaza pública líquida.

Por otro lado, en las grandes urbes, muchas comunidades de vecinos se organizan como microestados balnearios: normas, horarios, sombrillas y piscinas compartidas como nuevo foro romano. Y en los suburbios o en el campo, las viviendas unifamiliares lucen sus láminas azules como prueba tangible de su independencia para el refresco.

Pero hay quienes van más allá. En el proyecto Piscina con Casa, de los arquitectos Serrano y Baquero en La Zubia (Granada), la piscina no es un objeto añadido, sino el origen de todo. El punto de partida. La casa gira en torno al agua, se construye con ella, por debajo, por encima, al lado, contra ella. Hay espacios sumergidos, otros suspendidos, otros apenas rozados por el agua. Rincones donde esta solo cubre los tobillos, y otros donde parece que el agua está a punto de desbordarlo todo.

En este proyecto, el agua no es decoración ni consuelo. Es atmósfera, es estructura, es relato. Está en cada transición, en cada sombra y en cada reflejo. Se convierte en un material más de proyecto, moldeando los espacios según su temperatura, su profundidad y su sonido. Puede llegar a parecer incluso una reinterpretación libre de la casa patio porque al final todo gira al rededor de la piscina.

El ser humano no solo necesita el agua para vivir, sino para imaginar. Nos calma, nos conecta, nos devuelve algo muy antiguo, Quizás por eso seguimos queriendo piscinas incluso frente al mar, o fuentes con agua en movimiento en patios interiores. El agua, al igual que el fuego, adquiere una cuestión hipnótica que nos transporta a nuestro yo más primitivo.

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