
La torre de Babel
“En arquitectura hay una máxima que dice que las cosas tienden a no caerse.”
En arquitectura e ingeniería, hay una máxima que dice que “las cosas tienden a no caerse”. Pero como todas las grandes verdades universales, lo son hasta que alguna caprichosa excepción contraviene el principio.
Hace solo un par de días se ha producido el desplome de un edificio completo entre medianeras en el centro de Teruel. Afortunadamente en este caso, el renqueante condenado avisó con la fuerza y el tiempo necesario para que los vecinos evacuaran y no ha habido que lamentar daños personales. Esto no siempre es así.
Pero más allá del dramatismo y de lo espectacular de las imágenes, no deja de sorprenderme lo poco habituales que son estos sucesos. A poco que uno se ponga a pensar en el inmenso parque de edificios existentes en ciudades y núcleos o diseminados por la geografía nacional, se llega a la conclusión de que ciertamente la gravedad no lo tiene fácil para doblegar y hacer hincar la rodilla a las construcciones erigidas por el ser humano. Algunas estimaciones hablan de unos 9 millones de edificios residenciales solo en España. Y ahí no se incluyen las viviendas ilegales o irregulares que a buen seguro son unas cuantas. Edificios centenarios, mejor o peor mantenidos, objeto en muchos casos de obras de reforma y ampliación sin control, sobre suelos de dudosa capacidad portante en muchos casos y sometidos al uso y al abuso de sus habitantes que libro a libro, y plato a plato van sobrecargando los sufridos estantes del aparador del comedor.
Cuando hoy se calculan las estructuras se trabaja con normativas muy exigentes y conservadoras en el afán de preparar a los edificios para la dura batalla de sobrepasar su vida útil. Se consideran coeficientes de seguridad que tienen en cuenta desde los posibles errores de ejecución, hasta los excesos de sobrecarga que a buen seguro se le van a exigir. ¿Quién no quiere poner una piscina desmontable en la terraza? Se emplean sistemas redundantes, se minoran las resistencias de los materiales, y en definitiva se preparan los edificios para aguantar lo inaguantable.
Todo esto es aplicable a las nuevas edificaciones, pero es que hasta las ciudades centenarias como la ciudad de Shibam en Yemen, se empeñan en dar cumplimiento a la ley del “esto aguanta”. Una ciudad del siglo XVI, construida en barro y adobe, con edificios de 8 plantas. Como mi abuelo solía decir, hasta las sucesivas manos de cal y pintura sobre los tabiques aguantan, ¡Y vaya si es verdad!
0 comentarios