Los juegos del hambre

“Se repite el invariante de una élite minoritaria que acapara el poder y el control total sobre una población desposeída

A estas alturas del calendario en el que el periodo vacacional toca a su fin a pesar de que las temperaturas siguen altas, los cuerpos nos piden a gritos un parón y casi que una cura drástica tras los excesos estivales. Orden, rutina y disciplina.

Todo cambia. La luz de septiembre ya es distinta. Los repentinos, aunque cada vez menos habituales chaparrones que ya no se llaman gota fría si no DANAs, los anuncios de fascículos o coleccionables en la tele para ayudar a pasar la depresión postvacacional, o para aprovechar más bien la vulnerabilidad de aquellos que ven en la vuelta al cole un auténtico inicio de ciclo y para el que un proyecto periódico y a largo plazo ofrece un asidero de seguridad. Signos inequívocos de que toca empezar a llenar la nevera de healthy food, que es como llaman ahora los modernos a la hierba y a la alfalfa. 

En mi afán de leer novelas a la par que mi hija adolescente, para al menos tener una excusa para hablar y compartir experiencias, acabo de terminar una novela popularizada al haberse llevado a la gran pantalla. “Los juegos del hambre”. Es una novela orientada al público joven, y que como casi todas las historias de corte distópico se ambientan en un futuro más o menos lejano y postapocalíptico en el que los desequilibrios son la piedra angular en torno a la cual gira la trama y toda la historia.

He leído muchas, ya que es un género que siempre me ha fascinado, y en todas ellas se repite el invariante de una élite minoritaria que acapara el poder y el control total sobre una población sometida, alienada, desposeída y deprimida que espera la ansiada llegada de un mesías, que tras realizar el camino del héroe derrumbe los cimientos de la estructura del poder, que se descubre frágil y ciertamente inestable. Casi siempre hay profecías y oráculos que anticipan que el día llegará. Y todo ambientado en un imaginario arquitectónico brutalista descarnado, de pureza geométrica y orden clásico construido sobre los escombros de una sociedad que colapsó de éxito.

Aldous Huxley, Isaac Asimov, Ray Bradbury, George Orwell, Philip K. Dick, y otros tantos genios han trabajado este género ligado a la ciencia ficción, pero que, en el fondo, tratan sobre las más antiguas preocupaciones y los miedos esenciales de la humanidad, proyectadas en un futurible a modo de advertencia o de pedagogía sociológica.

¡Qué comiencen los juegos del hambre!

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