Una ballena en el salón
“¿Por qué las mesitas de noche tienen que tener forma de mesitas de noche? ¿Por qué no pueden tener forma de elefante?”
Algunas veces me pregunto, ¿por qué las mesitas de noche tienen que tener forma de mesitas de noche? ¿Por qué no pueden tener forma de elefante? Y sobre todo, ¿por qué las mesitas de noche son como son? Indudablemente existen varias razones que llevan a cualquier cosa a adaptarse a una forma concreta: su uso, su materialidad, la economía de medios, o incluso la imagen preconcebida que tenemos de mesita que las hace más reconocibles y que ayudan a las marcas a desarrollar su catálogo de productos. Necesitamos que sea pequeña, que encaje a ambos lados de la cama, que su altura no supere la almohada para no partirnos el brazo a la hora de apagar el despertador cada mañana. Necesitamos que tenga una superficie plana donde acumular libros que no leemos y velas que no encendemos, y si encima tiene un par de cajones donde guardar ropa interior… ¡La tenemos! La mesita de noche definitiva.
La geometría de la mesita es solo el conjunto de líneas, planos, puntos y ángulos que definen su expresión exterior, su forma intrínseca, lo que percibimos con nuestra visión y nuestro tacto. Consiguiendo definirla y cosificarla hasta el extremo. Adquiriendo una identidad propia y dotándola de unas características particulares para ser distinguida y semejada a sus hermanas mayores, la mesa del comedor, la mesita del café o el escritorio de la oficina. Todas ellas con una superficie plana y cuatro patas.
Cuando encontramos el denominador común de todas ellas es cuando interiorizamos que una mesita de noche no puede tener forma de elefante pero, ¿por qué no? Un elefante tiene 4 patas y una superficie más o menos plana en su lomo. Podríamos ponerlo de mesita de noche y que su trompa fuese un extensible para encender una lamparita por las noches.
El denominador común de la gran mayoría de viviendas coincide en la presencia de un suelo, un techo y cuatro paredes. Así que, podríamos tener una ballena en el salón. Incluso podríamos tenerla suspendida en el techo, es más, podría ser parte del propio techo. ¿Por qué no? El cielo del gimnasio del Colegio Maravillas de Alejandro de la Sota parece la barriga inflada de una ballena azul después de tragarse a Pinocho y toda su embarcación. Tensa el espacio a la vez que resuelve las luces de las aulas superiores mediante cerchas.
La última obra reciente terminada de Aires Mateus rescata esta idea de la ballena con doble función para diseñar una piscina en cubierta que cuelga en el salón invitándonos a pensar en el elefante y la mesita.
0 comentarios