Westworld

“El placer hedónico es la piedra Rosetta de la condición humanda, que mueve e impulsa el progreso de la especie

Por qué no un lugar en el que poder ser durante un tiempo controlado el centro de todo. Un sitio en el que sentirse especial y en el que los sentidos y las experiencias llevadas al límite sacien nuestra hedonista necesidad de fantasía.

Desde muy temprano, el hombre tiene el impulso y la necesidad de evadirse de lo cotidiano. ¿Qué es el juego, sino una simulación de la realidad en modo seguro, en la que poder experimentar al límite los miedos, el riesgo, la calma o la euforia? Placer hedónico en definitiva. La piedra Rosetta de la condición humana, que mueve e impulsa el progreso de la especie.

Hace poco me tropecé con una película que había visto hace años. “Almas de metal”, (Westworld) de 1973, protagonizada por Yul Bryner. Ambientada en un futuro cercano, se construye una suerte de parque temático, en el que se recrean mundos pasados en el que vivir una experiencia inmersiva. El Oeste americano de finales del siglo XIX, Un castillo medieval y una zona de la Roma clásica. Y todo con robots humanoides perfectamente construidos para hacerlos casi indistinguibles de las personas reales, y que permiten dar rienda suelta a los más básicos instintos sin consecuencias dramáticas… hasta que algo se tuerce.

Esta película, obra de Michael Crichton, cuyas novelas de ciencia ficción reconozco que me encantan, plantea algo que en la década de los 70 era pura ciencia ficción, pero que hoy ya no nos resulta tan inverosímil, acostumbrados ya a la inteligencia artificial y a los avances en bio robótica.

Los parques temáticos, son hoy algo cotidiano y extendido por todo el mundo. Generan un volumen de negocio en su conjunto nada despreciable. Ya no son solo parques de atracciones a los que llevar a los más pequeños. Cada vez se construyen más recintos orientados a los adultos, ávidos de sensaciones fuertes, y con tiempo y medios disponibles para el ocio. Las Vegas, es el culmen de esto… Lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas.

Esa suerte de quiero y no puedo, tiene hoy su máxima expresión en la tendencia que en china se viene desarrollando desde hace algunos años. Conocido como duplitecture, se construyen desde cero réplicas de ciudades idealizadas como puedan ser Venecia o Viena. La ciudad de Tianducheng, es una réplica de París, con su Torre Eiffel de 108 metros, y una trama urbana que copia a la perfección la arquitectura parisina con sus plazas, fuentes y esculturas. Una vida ideal en un mundo de cartón piedra. ¿Puede haber algo mejor?

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